Un objetivo de mayor neutralidad climática gracias al HVO
Los motores de combustión interna suelen ocupar un lugar central en los debates sobre el cambio climático y la sostenibilidad. «El problema no es el motor, sino el gasóleo de origen fósil», explica Patrick Ahlbrand, especialista en estrategia de producto de CLAAS.
Aunque los vehículos eléctricos se han consolidado como una alternativa a los vehículos con motor de combustión interna para su uso en carretera, en un futuro próximo no serán una opción viable para las aplicaciones agrícolas de alto consumo energético por una sencilla razón: una cosechadora de forraje alimentada por batería, por ejemplo, sería el doble de grande, el doble de pesada y, por tanto, causaría mucho más daño al terreno. El motivo es puramente físico: las baterías tienen una densidad energética mucho menor que los combustibles líquidos.
Sustitución directa del gasóleo con materiales sobrantes y de desecho
Por lo tanto, un enfoque prometedor para la descarbonización de la agricultura es el uso de combustibles líquidos sostenibles como el aceite vegetal tratado con hidrógeno (HVO, por sus siglas en inglés). Este combustible sostenible es una forma directa y económica de reducir significativamente las emisiones de CO2 procedentes de la agricultura, sin modificaciones, inversiones ni maquinaria nueva.
El HVO se produce mediante el tratamiento químico de productos de desecho, como residuos vegetales o aceite de cocina usado. A diferencia del biodiésel tradicional elaborado a partir de colza u otros aceites vegetales, este combustible no compite con la producción de alimentos o forraje para animales. Este combustible reduce las emisiones de CO2 hasta en un 90 %. Cuando el combustible se quema, libera al aire el mismo CO2 que las plantas habían extraído previamente del aire durante su crecimiento.
Ventajas para la tecnología agrícola
En comparación con el uso de la propulsión eléctrica y de hidrógeno, el HVO es sencillo y rentable, especialmente para aquellas aplicaciones que exigen un alto rendimiento y largas horas de funcionamiento. En la actualidad, los vehículos impulsados por baterías no son adecuados a este respecto. «En el futuro, la agricultura continuará dependiendo de maquinaria agrícola grande, eficaz, eficiente y con motores de combustión interna, en vista de la escasez de mano de obra cualificada y la necesidad de aumentar la productividad», opina Ahlbrand, experto de CLAAS. La alimentación por batería es una alternativa para los tractores pequeños de hasta 150 CV. «Sin embargo, para la maquinaria de potencia media a alta, los combustibles líquidos sostenibles seguirán siendo fundamentales», afirma Ahlbrand.
Desde el punto de vista de la economía en general, el HVO ya ofrece oportunidades: si una empresa agrícola de tamaño medio cambia por completo el gasóleo de origen fósil por el HVO, no será necesaria ninguna inversión en infraestructuras. Pueden seguir utilizando sus surtidores de gasóleo actuales. Independientemente de que se utilice combustible de origen fósil o sostenible, no es necesaria una segunda bomba. Además, «en función del diseño, un coste de unos 8000 euros es asumible», comenta Ahlbrand, comparándolo con «los 40 000 euros que invierten los agricultores en la instalación de infraestructura de carga para vehículos eléctricos y muchas veces más para una instalación de repostaje de hidrógeno».
El HVO sigue siendo desconocido
«El HVO es casi desconocido para el gran público porque en Alemania aún no está permitido repostar con este combustible en los surtidores», explica Patrick Ahlbrand. Sin embargo, esto va a cambiar pronto porque ya se han anunciado las enmiendas a la legislación que permitirán ofrecer HVO en las gasolineras alemanas a partir de 2024. «Solo entonces será realmente visible para el público y aumentará la concienciación», asegura Ahlbrand.
Queda pendiente la cuestión del coste, que repercute doblemente en los agricultores: el precio del HVO está vinculado al del gasóleo y actualmente es unos 15 céntimos más caro. «Además, los agricultores reciben subvenciones para repostar gasóleo de origen fósil», explica Patrick Ahlbrand. Esto se debe a que el subsidio al gasóleo agrícola supone que las empresas reciben 21,48 céntimos del Gobierno por cada litro de gasóleo, pero únicamente por el combustible de origen fósil, no por el HVO.
La industria agrícola recibe una señal política equivocada
El especialista en estrategia de CLAAS opina que es un error político: «Sería lógico incluir el HVO, un combustible sostenible, en las subvenciones al gasóleo agrícola», afirma Ahlbrand. ¿Por qué no es así? «Porque hasta ahora, los políticos han favorecido las soluciones de propulsión que no producen emisiones locales. Esto no se aplica al HVO. Sin embargo, si se tiene en cuenta todo el tráfico que circula por las carreteras, las emisiones de CO2 se reducen hasta un 90 %», afirma el experto.
La consecuencia es que los agricultores se enfrentan a la cuestión de si quieren seguir pagando unos 36 céntimos menos por litro de gasóleo o utilizar el combustible HVO más sostenible, que sigue a la espera de apoyo político. «A los agricultores se les dan muy bien las matemáticas», afirma Ahlbrand en un llamamiento a los responsables políticos.
No obstante, ya estamos empezando a ver casos de éxito: los viticultores, horticultores y productores de lácteos que decidan voluntariamente utilizar HVO como combustible más sostenible reducirán sus emisiones de CO2 y, por lo tanto, también podrán comercializar sus productos siendo más sostenibles.
Más sostenibles desde el momento en que salen de la fábrica con HVO
El compromiso de CLAAS ya está dando sus frutos para el medioambiente: desde octubre, todas las máquinas agrícolas construidas según las normas de emisiones actuales en las plantas de Harsewinkel (Alemania) y Le Mans (Francia) se entregan con un depósito de HVO. Gracias a esta norma de entrega más sostenible, se ahorran 2500 toneladas de CO2 al año. «Que el agricultor vuelva a repostar con HVO, gasóleo de origen fósil o una mezcla de ambos no depende de la máquina, sino totalmente de la decisión del agricultor», afirma Patrick Ahlbrand, especialista en estrategia de producto.